“Recuerdo que fue el
trece de febrero y me acuerdo hasta de la hora que marcaba el reloj de la plaza
de toros cuando bajábamos a casa después de salir del colegio. Podría
reproducir las palabras de mi padre y me acuerdo que aquella fue la primera vez
que lo vi llorar. No pude evitar pensar si yo podría haber hecho algo porque
esto no pasara”. Estas son las palabras de S. de 25 años cuando rememora el
día que su padre le comunicó que se iba a separar de su madre y que ahora ya no
vivirían juntos, tenía 8 años.
Las separaciones y divorcios de matrimonios con personitas
en su núcleo es cada vez más frecuente. En ocasiones, la motivación principal
es su bienestar, pues los progenitores consideran que un ambiente de crispación
y disputas no es el mejor lugar para la crianza de su descendencia, están en lo
correcto, pero antes, durante y después de la separación existen muchas dudas a
las que estos se enfrentan, dudas que pueden ser determinantes en el bienestar
de los niños.
“Mi madre es una mujer
muy impulsiva, había veces que no dudaba en decir cosas malas de mi padre
delante de mí, creo que era porque para ella misma aquello estaba siendo un
trago bastante duro y solo intentaba expulsar su rabia, yo estaba allí y
representaba lo que ya había perdido”. Sin querer, sin darnos cuenta, en
ocasiones provocamos delante de nuestras personitas situaciones que no deberían
presenciar, palabras que no deberían escuchar o reproches que no van dirigidos
a ellos, ¿puede una niña o un niño dudar del amor incondicional que le profesan
sus padres? La respuesta es sí y aún más en una situación de malestar, tristeza
y nerviosismo.
“Coincidió con la
temporada en la que mi padre empezaba a verse con una mujer, fue una clase de
religión, la monja soltó que los padres querían más a los niños de la pareja
con la que estaban que a los que pertenecían a la que se había separado ¡Y se
quedó tan ancha! Creo que había otra niña en mi clase que también tenía a sus
padres separados, solo éramos dos.” No solo depende del comportamiento de
los padres; tíos y tías, abuelos y abuelas, profesionales del Colegio, todos
deben saber cómo afrontar la situación. La introducción de una nueva pareja es
algo para lo que hay que preparar a nuestras personitas, son más fuertes de lo
que creemos pero no hay que olvidar que en ocasiones hay que traducir lo que
queremos decir a un idioma adecuado.
¿Cómo comunico mi divorcio a mis hijos? ¿Con quién deben
vivir? ¿Cuál es la rutina más adecuada? ¿Cómo nos va a cambiar la vida? ¿Cómo
afronto esos cambios para evitar las mayores discrepancias posibles? ¿Cómo me
puedo ayudar? ¿Cómo les puedo ayudar? ¿Cuál es la mejor manera de asegurar su
felicidad? Estas y millones de otras preguntas asaltan cuando decidimos cambiar
el núcleo de convivencia familiar.
Desde “Psicología Cotidiana” , como profesionales de la
mediación y la psicología, vamos a lanzar un taller grupal llamado “Mamá y papá
ya no viven juntos, ahora son amigos” con el que queremos ayudar a las familias
a la adaptación a la nueva situación, reconocer sus miedos, localizar sus
peligros y potenciar sus virtudes para reducir el malestar al mínimo exponente.
Estará dividido en dos partes, una de intervención con mamá y papá y otra, con
ellas y ellos, nuestras personitas preferidas.
Necesitamos que nos expongáis todas vuestras dudas para que
el contenido del taller sea lo más completo posible y poder cubrir todas las necesidades
que se pudieran pasar desapercibidas. En el apartado de comentarios podéis
exponer lo que queráis, vuestras experiencias en una separación, dudas al
respecto, problemas que surgieron… Para más información no dudéis en
escribirnos en el apartado “Contacto”.
Estefanía Rodríguez Silva (Psicóloga de “Psicología
Cotidiana”)